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| Vista del Castillo, la ciudad y la hoz del Júcar |
Las ruinas del Castillo de Cuenca se encuentran en lo más alto de la ciudad, entre el conocido Barrio del Castillo y la Calle del Trabuco, delimitado por sus lados entre las dos hoces (la Hoz de Júcar y la Hoz del Huécar).
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| Murallas hacia la hoz del Júcar |
Se encuentra en estado de ruina consolidada y es poco lo visible que queda de lo que fue esta fortaleza musulmana y posteriormente cristina.
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| Murallas desde el interior |
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| Torre que defiende el Arco de Bezudo |
La estructura del castillo debió ser bastante simple, un par de muros más o menos paralelos que cortasen el paso entre las rocas de las hoces. Los escarpes verticales, al Sureste y al Noroeste, hacían innecesarias las defensas.
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Castillo y barrio del Castillo desde la Hoz de Júcar
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| Muralla hacia la hoz del Júcar |
Tan solo tuvo dos entradas, al Noreste, con foso y puente levadizo, el Arco de Bezudo, y al Suroeste, hacia la ciudad, de la que se desconoce su nombre, también con foso, pero con el puente fijo.
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| Arranque del arco de la puerta Suroeste |
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Puente, cegado (izquierda) que salvaba el foso de la puerta |
Los restos conservados nos hablan de diversas épocas de edificación, en gran parte claramente musulmanas y así, encontramos muros construidos a base de soga y tizón y torres de escaso saliente y forma rectangular, ambas características de la época califal.
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| Murallas y torres a la derecha del Arco del Bezudo |
Sobre ellos se superpusieron añadidos cristianos.
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Parte interior del muro del castillo, con su variada fábrica |
Fue fortaleza árabe que tras largo asedio de nueve meses fue tomada por Alfonso VIII el 21 de septiembre de 1177. El año 1363 fue donado por Alfonso XI a don Juan de Lara, Adelantado Mayor del Reino de Murcia, hijo del infante don Juan Manuel. En 1449 fue teatro de las luchas entre don Diego Hurtado de Mendoza y don Lope Barrientos, obispo de Cuenca.
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| Murallas desde el interior de la ciudad |
Don Diego poseía el castillo pero quería entregarlo, junto con la ciudad al rey de Aragón. El obispo, leal a Juan II de Castilla y apoyado por las gentes de la ciudad, consiguió vencer y expulsar a don Diego. A mediados del siglo XVI albergó las oficinas y dependencias de la Inquisición. En 1812, los franceses volaron el castillo después de saquearlo.
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Antigua sede de la Inquisición, hoy Archivo Histórico Provincial |
Se conservan bien algunos fragmentos de la muralla y varios torreones cuadrados que descienden hasta el nivel de las dos hoces.
También se conserva, al otro lado de la puerta de entrada, el breve tramo que fue puente levadizo y parte del foso que protegía las murallas.
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| Antiguo puente levadizo |
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| Foso hacia la hoz del Huécar desde el puente |
Se conserva tan poco de este castillo porque al igual que pasó por ejemplo con la Torre de Mangana, ha sufrido a lo largo de su historia múltiples cambios en su estructura y varias demoliciones.
Su origen se remonta a los árabes para pasar a ser conquistado por Alfonso VIII en 1177, quien cambió su estructura a la de una fortaleza cristiana medieval. En 1325 el Rey Alfonso XI se lo entregó a Don Juan, hijo de Don Juan Manuel.
Finalmente, los Reyes Católicos ordenaron su demolición, tal vez para acabar con los lugares defensivos de los señores feudales para terminar así con sus intrigas y deslealtades. Pero sobre todo su demolición fue un símbolo de la caída del poder de los Hurtado de Mendoza. Las últimas demoliciones que sufrió la estructura fue durante la invasión napoleónica.
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| Arco del Bezudo y la gran torre que la defendía |
Al arco de entrada que hace de puerta del castillo se le bautizó como Arco de los Hermanos Rodríguez Bezudo, en honor a los dos primeros soldados en entrar en la ciudad, acción que le costaría la vida a Pedro uno de ellos durante la ocupación de Fernán de Minaya, el otro fue nombrado gobernador.
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| Arco de Bezudo |
Esta puerta fue reedificada en el siglo XVI con un arco de medio punto al exterior y escarzano al interior. En la actualidad podrás ver una placa adoquinada con el nombre Arco de Bezudo.
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| Desde el interior |
Hoy en día, las ruinas del Castillo de Cuenca están acondicionadas con unas escaleras abarandilladas por las cuales se puede ascender a la parte más alta de la muralla para acceder así al mirador con unas de las mejores vistas de la ciudad a las Hoces del Río Júcar y las Hoces del Río Huécar al mismo tiempo.